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Los Contratos por Diferencia, más conocidos por sus siglas en inglés CFD’s, son productos financieros complejos, que solo deberían estar presentes en carteras de clientes profesionales o inversores con amplia experiencia en productos derivados.

Sin embargo, últimamente se han convertido en productos extraordinariamente populares, ofreciéndose como una oportunidad con la que se pueden obtener grandes ganancias. La otra cara de la moneda, la de las potenciales pérdidas, suelen tener menor eco publicitario y en la ley de la selva que gobierna el mercado actualmente, estos productos se comercializan a todo tipo de inversores sin tener en cuenta sus conocimientos.

En realidad, un CFD no es más que un contrato en el que comprador y vendedor acuerdan intercambiar la diferencia en el precio actual de un activo subyacente (acciones, divisas, materias primas, índices, etc) y el precio de éste cuando el contrato se cierre. De forma simple, podríamos decir que el inversor ganará si el precio de los activos se ha movido en el mismo sentido de la apuesta en el momento de deshacer la posición y que tendría pérdidas en el caso contrario. Es decir que el precio de los activos se haya movido en el sentido contrario a lo que se apostó. En el caso de que la apuesta sea al alza y el precio baje, se puede perder el principal más lo intereses. Lo que puede resultar dramático es que, si la apuesta baja y el precio sube, como una subida por definición no tiene límite máximo, el efecto de la pérdida se dispara exponencialmente. Además de los riesgos mencionados, hay que añadir que los CFDs son productos apalancados y como dice el titular del artículo “El apalancamiento es la trampa”.

El apalancamiento o compra de activos financieros con financiación parcial de la operación, es una auténtica trampa de la que deben huir los inversores particulares sin experiencia en este tipo de productos complejos. La razón está bien clara. El apalancamiento tiene un efecto multiplicador de la rentabilidad tanto positiva como negativa. Sumado al riesgo de que el mercado oscile en el sentido contrario de la apuesta, el inversor deberá tener en cuenta el coste de financiación de la parte financiada. Por otra parte, el tiempo también perjudica al inversor, pues cuanto más tiempo espere para evitar vender con pérdidas, más crecerán los intereses de la porción financiada. Puede darse la paradoja de que pierda todo su dinero y aún así tenga que hacerse cargo de resarcir una deuda.

Aunque pueden parecer productos similares a los del mercado bursátil, los CFDs tienen una naturaleza completamente diferente, puesto que el inversor nunca adquiere ni posee en realidad el activo subyacente y siempre estará sujeto a los precios que le proporcione el proveedor de CFD o market maker puesto que no se trata de productos normalizados y pueden no estar respaldados por un activo físico. Cada proveedor de CFDs aplica sus propios términos, condiciones y costes que el inversor acepta a la firma del contrato.

En la comercialización de estos productos también existe todo tipo de picarescas para captar a inversores inexpertos tales como, fondos iniciales gratuitos, regalos, descuentos en las comisiones, formación, etc. Huya de ellos, no son más que burdas prácticas de marketing para que especule con CFDs y a menudo es el camino más rápido su supuesta “inversión rentable” en una auténtica adicción ruinosa. Para muestra un botón, estadísticamente la vida media de una cuenta de un especulador en CFDs está entre los 3 y los 6 meses, hasta que se consume la pérdida de todo el principal invertido.

Desgraciadamente en tiempos de crisis, muchas personas sin experiencia acuden a la llamada de cantos de sirena de operadores que les ofrecen la posibilidad de obtener rentabilidades enormes solo con una pequeña inversión inicial y el apalancamiento del resto. A veces, este ofrecimiento es tan irresistible que caen en ello personas con dificultades económicas que buscan salir rápidamente de su situación, contratando estos “productos milagrosos”. Otras la tentación es sacarse un sueldo extra, convirtiéndose en un “trader” intentando rentabilizar sus ahorros.

Sea prudente y antes de tomar una decisión consulte un verdadero profesional que le asesore. Ni los CFDs son inversiones milagrosas, ni son adecuados para inversores inexpertos y, su componente de apalancamiento es la auténtica trampa que puede llevarle directo a la ruina. Cuando una puerta como la del apalancamiento se abre, es muy difícil cerrar.

En Espacio Legal | Law & Tax somos especialistas en Derecho Financiero y Bancario. Si tienes alguna duda con respecto a la comercialización de productos complejos tales como CFDs, llámanos sin compromiso y te asesoramos.